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jueves, 29 de marzo de 2012

Irène Némirovsky: El maestro de almas

El maestro de almas se publicó como novela por entregas a partir del 18 de mayo de 1939 en el semanario  parisino Gringoire. La edición española publicada por la editorial Salamandra va seguida de un epílogo titulado “La condenación del doctor Asfar”de Olivier Philipponnst y Patrick Lienhardt, autores de una biografía de Irène Némirovsky.

La acción se inicia en Niza en 1920. El doctor Dario Asfar, originario de Crimea, se encuentra sumido en la pobreza y desesperado ante  la falta de recursos económicos con que mantener a su esposa y a su hijo Daniel recién nacido. Acude ansioso en busca de algún préstamo, pero ve como se le cierran todas las puertas. Acuciado por la necesidad y las deudas, se aferra a cualquier oportunidad de tratar a algún paciente, aunque sea difícil cobrar las visitas. Su condición de emigrado levantino es una barrera que parece insalvable, pues despierta desconfianza. Consigue mantenerse gracias a pacientes ocasionales, hasta que un día conoce a Philippe Wardes, un hombre acomodado con transtornos de conducta. Empieza a tratarlo y a aplicar una teoría propia basada en el psicoanálisis.
Su vida da un giro y descubrimos poco a poco un Darío Asfar diferente, que se va alejando del joven médico que ansiaba hacerse una clientela que le permitiera vivir dignamente  a él y a su familia y poder formar parte así de la sociedad francesa en la que le resultaba tan difícil integrarse. Darío Asfar sacrifica una y otra vez su integridad personal y profesional en aras de la fama, el prestigio y el dinero que le proporciona una clientela necesitada de apoyo médico y psicológico y que se guía ante todo por la novedad y la moda. Se le conoce como “el maestro de almas”,  pues apacigua las almas atormentadas de sus pacientes. Se convierte en un hombre muy rico, con importantes relaciones sociales –nunca de verdadera amistad-, con caprichos caros y numerosas amantes. En suma, un tipo de vida que se sostiene sobre la impostura y la frivolidad y que requiere enormes sumas de dinero.
Darío Asfar se ha habituado a lo largo de los años a las relaciones interesadas y a fomentar la dependencia en sus pacientes. Le interesa que no puedan prescindir de él, que le necesiten, que crean que sólo él puede curarles, siempre a cambio de elevadísimos honorarios. En relación con Wardes le veremos actuar turbiamente, aliado con la esposa de este.
El maestro de almas admite diversas lecturas. La más inmediata y literal nos conduce a un argumento en el que se aprecia levemente la marca de la publicación por entregas: los saltos temporales requeridos por el desarrollo de la acción, algunos momentos de impactante dramatismo, los acusados contrastes entre algunos personajes, la avaricia, la falta de humanidad, la hipocresía y la doblez que repugnan… son, en mi opinión, algunos de los recursos encaminados a despertar en lector el deseo de seguir leyendo en la próxima entrega.
Entre los personajes, aparte del protagonista, destaca su esposa Clara, mujer bondadosa, siempre enamorada y entregada fielmente a su marido, con quien tiene una relación de amor y amistad compartida. Asfar tiene otras amantes, ella lo sabe y lo acepta por amor. Es sin duda la mujer más humana y más limpia moralmente de esta historia, con sus debilidades y su fortaleza. Silvie Wardes, primera esposa del hombre de negocios, es una mujer de quien Dario Asfar, y más tarde su hijo, se ha formado una imagen totalmente idealizada, pues es bella, honesta, educada, llena de cualidades que la alejan de lo puramente humano hecho de claroscuros y pasiones encontradas. En cuanto a Daniel, hijo del doctor Asfar, es un joven puro e inocente, que ha sido criado en la riqueza pero también en la bondad. Nunca se ha sentido unido a su padre, y a medida que le va descubriendo se va decepcionando y alejando de él.
Wardes, la generala, Elinor, quien se convertirá en la segunda esposa de Wardes, son algunos de los personajes que contrastan con los anteriores. Son seres faltos de escrúpulos, interesados, cuya moral es el dinero a cualquier precio y a costa de cualquiera. Wardes, en particular, hombre desequilibrado, dominado por terrores, enfermo de miedo, de burdo carácter, es el contrapunto de Dario Asfar, que le domina y le utiliza para enriquecerse.
Varios temas se entrecruzan en El maestro de almas. La emigración o el exilio, asunto sobre el que Némirovsky vuelve repetidamente en algunas de sus obras, pues ella misma fue una exiliada; el rechazo al levantino, el antisemitismo, que Darío Asfar sufre durante toda su vida sin que la riqueza le exima de esta carga insoportable, eran cuestiones candentes en Francia en el período de entreguerras. En este sentido, los comentarios de los autores del epílogo destacan el hecho de que existía en buena parte de Europa un caldo de cultivo que propició el antisemitismo nazi y del que fue víctima la autora de la novela.
El maestro de almas vende la suya a cambio de riqueza y de ascenso social, aunque nunca estará a salvo del rechazo soterrado por parte de la buena sociedad francesa con la que se relaciona. Pasa de ser un médico a ser un charlatán, pues así le califican quienes a sus espaldas le critican. Es un hombre dividido: en su casa, el marido atento y cariñoso, fuera, un hombre entregado a una vida superficial e inauténtica y a turbios manejos para seguir consiguiendo el dinero que necesita para mantener su supuesto prestigio y su tren de vida.
Novela intersante, que se lee rápidamente. Como otras de la misma autora, refleja el dominio del diálogo, de la caracterización precisa de los personajes y de las situaciones. Es también una pequeña lección de historia, de esa que no figura en los manuales, pues si toda novela es un reflejo estilizado de la realidad, El maestro de almas emociona e ilustra sobre la sociedad francesa de entreguerras y la problemática vivida por quienes entraban en el país en busca de una vida más segura o más digna.

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