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jueves, 7 de junio de 2012

Literatura comparada: poemas de Juan Ramón Jiménez y Gibrán Jalil Gibrán

No puedo decir que Juan Ramón Jiménez sea uno de mis poetas favoritos, pero me agradan especialmente algunos de sus poemas. Hay uno concretamente, “El viaje definitivo”, que pertenece al libro Poemas agrestes (1910-1911) que siempre que lo leo me causa una honda impresión. A veces, cuando me siento un rato en el jardín y me pierdo en la belleza de la luz y el color, o cuando me sumerjo en la visión de un paisaje, no puedo evitar recordar este poema. Me devuelve a la consciencia de que estamos aquí de paso, como todos los seres vivos, que nada es realmente nuestro, que un jardín o un paisaje seguirán ahí cuando ya no vivamos para contemplarlos. Pero  no se trata de ponerse pesimistas y melancólicos, sino de apreciar  dos textos literarios que tratan un mismo asunto poético. El segundo poema pertenece al poeta libanés Gibrán Jalil Gibrán y abre su libro Arena y espuma.

Estos dos poetas nacieron en fechas próximas y ambos murieron lejos de su país de origen:  Juan Ramón Jiménez  nació en Moguer (Huelva) en  1881 y murió en San Juan de Puerto Rico en 1959;  Gibran Jalil Gibran nació en Bisharri (Líbano) en  1883 y falleció en Nueva York en  1931. Pertenecen, por tanto, a una misma época histórica, pero sus raíces culturales y sus lenguas son distintas,  así como sus experiencias vitales. Ello no impide que en su producción literaria aborden un mismo tema, la fugacidad de la vida humana, el conocido tópico literario tempus fugit.  Los tópicos literarios tienen la particularidad de ser casi universales, pues son esquemas de pensamiento y de dicción que expresan circunstancias de la condición humana, sea cual sea la cultura y la época histórica en la que se dan.

La dolorosa conciencia de la finitud del ser humano surge a menudo al contemplar la belleza del mundo que nos rodea. Aquello tan hermoso  es percibido como más perdurable  que nosotros en tanto que seres vivos. Entonces surge la punzada de dolor que deja un rastro de melancolía. Eso mismo, me parece a mí, es lo que nos dicen Juan Ramón Jiménez y Gibrán Jalil Gibrán en estos dos poemas.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: El VIAJE DEFINITIVO

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando
 
                                   Poemas agrestes (1910-1911)


GIBRÁN JALIL GIBRÁN

Eternamente voy vagando en estas playas
entre la arena y la espuma.
La pleamar borrará las huellas de mis pies
y el viento la espuma.
Pero el mar y la playa
serán eternamente.


El esquema de dicción es casi el mismo. En el caso de “El viaje definitivo” las expresiones “y yo me iré” y “y se quedarán los pájaros cantando" dotan al poema de una estructura encuadrada en cuyo interior se detalla todo cuanto el poeta ama y perderá al desaparecer. En el poema de Gibrán, la mención de lo que permanecerá cuando se desvanezca todo rastro del poeta aparece al final. En mi opinión, el poema de Juan Ramón Jiménez posee una mayor carga emotiva por la enumeración y la repetición final de las cosas que ama. El de Gibrán tiene quizá un sentido más cósmico, al expresar la integración del ser humano en la naturaleza. En suma, dos bellos poemas que nos invitan a la reflexión.

En cuanto a los dos poetas,  añado un breve apunte biográfico y contextualizador para quienes tengáis la paciencia de seguir leyendo un poco más.  Me interesaba destacar lo que ambos poemas tienen en común, pero sin hacerme muy pesada. 

Juan Ramón Jiménez, hijo de una familia de comerciantes de clase media,  empezó su andadura literaria en el Modernismo, siguió una amplísima trayectoria en la cual evolucionó hacia la poesía pura e intelectual  que culminó en 1956 con la concesión del Premio Nobel de Literatura. Su lengua fue siempre el español. El motivo de su cambio de residencia fue el exilio en 1936 al estallar la Guerra Civil. Juan Ramón Jiménez es un poeta que pertenece completamente al ámbito de la cultura europea y occidental.

Gibrán Jalil Gibrán, nacido en una familia maronita muy humilde, emigró con su madre y sus hermanos a Boston en 1895, cuando tenía doce años. Aunque su lengua materna fue el árabe, la experiencia de la emigración motivó que en su adolescencia no llegara a dominarla, por lo que regresó a Líbano para aprender mejor el idioma. Pasados cinco años regresó a Estados Unidos. En 1911 se trasladó a Nueva York, donde trató de ganarse la vida con el dibujo y la pintura y consiguió mejorar su posición económica. Entre 1911 y 1918 su lengua literaria es el árabe, pero a partir de 1918 y hasta 1931 publicó ocho obras en inglés, entre las que se encuentran El Loco (1918), El Profeta (1923) –su obra más importante- y Arena y espuma (1923). Gibrán cultivó todos los géneros literarios. En su formación cultural se integran Oriente y Occidente haciendo de él un escritor con un estilo único, personal e inconfundible. Su poesía es deudora de sus creencias en el panteísmo, en la fuerza constructiva del amor y de la tolerancia. A ello hay que añadir la influencia sufí y la  del poeta William Blake. La  vida en Estados Unidos le dio a conocer conceptos y enfoques políticos y sociales que no habría conocido en su país y que impregnan buena parte de su obra.

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