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miércoles, 17 de abril de 2013

Soledad Puértolas: Mi amor en vano


Mi amor en vano es una novela intimista, introspectiva, psicológica, protagonizada por los recuerdos, las percepciones, los temores, las inseguridades, pasiones y deseos de los personajes más que por ellos mismos a través de la acción.

El hilo conductor de las historias que se van desgranando es Esteban, un joven con problemas de movilidad debido a un accidente. Esteban, que se ha ido a vivir solo, independizado de su familia, traba conocimiento con dos vecinas, Violeta y Dayana, madre e hija. En el centro de rehabilitación en donde sigue una terapia para recuperarse conoce a Teresa, mujer de la cual se enamora. Estos personajes le llevarán a saber de otros, de sus familias y de su entorno.

La novela se estructura a partir de los encuentros de Esteban con Violeta, Dayana y Teresa. Posteriormente, ya hacia el final de la novela, aparecen otros personajes, Julio y Selina, que tendrán un peso importante en el desarrollo de los acontecimientos.

El hilo conductor de la narración es la historia de Esteban, enmarcada por los encuentros con sus amigas. Este es el instrumento del que se sirve Soledad Puértolas para conceder el protagonismo a la interioridad de los personajes, al relato de sus vidas, al análisis demorado de los recuerdos de los hechos y de las personas que más les han marcado en la vida y a las reflexiones y comentarios que esas evocaciones suscitan en cada uno de ellos.

La belleza y el interés de Mi amor en vano residen en la expresión de la interioridad de cada personaje mediante un lenguaje rico y claro, muy coloquial y a la vez muy matizado, en el sentido de que Soledad Puértolas, a través de las reflexiones de los personajes va desvelando los recovecos y contradicciones de la personalidad de cada uno. El personaje más completo e interesante, en mi opinión, es Dayana, la madre de Violeta. La evocación de su vida de artista de teatro y cantante, su matrimonio con el Piloto, sus amistades y amores dan lugar a que afloren los frutos de tanta experiencia de vida. Dayana es una mujer que ha vivido y ha extraído de ello un  conocimiento de sí misma y de la naturaleza humana.

Ese es en el fondo el mensaje que esta bonita novela me ha comunicado: la riqueza y la complejidad que anidan en el fondo de cada persona. En un momento dado Dayana le dice a Esteban:

“En cuanto te retraes para protegerte, dejas de lado tu primera espontaneidad y queda grabada sobre la piel la señal, el sello del miedo. A partir de ahí es difícil que los otros lleguen a conocerte, porque nunca te muestras por entero, ni siquiera a las personas que más aprecias y las que más confías. No te muestras, el disimulo de ese miedo se convierte en parte de tu identidad.

Con quienes más practicas el disimulo es precisamente con las personas a quienes tienes más cerca, siguió, y así sucede que aquellas personas que podrían conocerte mejor son quienes menos datos han recibido directamente de ti. La mayor parte de tu vida se ha desarrollado entre ellas, pero no te has permitido dar rienda suelta a lo que eres, y un día comprendes que es demasiado tarde, que ni siquiera sabrías hacerlo, ya que con ellas eres de otra manera, ya eres una persona que disimula. Incluso llegas a intuir que esas personas te habrían aceptado y acogido si te hubieras mostrado y que quizás aún estés a tiempo, pero ya no puedes, has pasado demasiado miedo. Te has ido mostrando a trozos, a fragmentos, has enseñado a unos una cosa y a otros otra, la totalidad te asusta. Te gustaría que alguien se encargara de recoger de aquí y de allá todos los pedazos desperdigados y los uniera, casi sin tu ayuda, estando tú absolutamente quieta, porque ya no puedes más, no quieres hacer más.” (pág.100)

Mi amor en vano es una obra polifónica. Diversas voces nos proporcionan un panorama de las facetas que puede presentar cada personaje, nacidas de su interior, alimentadas con ilusiones, deseos y temores.

El amor, como no podía ser de otro modo con un título como Mi amor en vano, tiene una importantísima presencia en la novela. De hecho, todos los personajes, aun los secundarios, llevan la marca del amor. Todos buscan, desean, a veces rechazan un amor, aman o temen el amor. Lo acogen o huyen de él. El telón de fondo son los sueños.

Mi amor en vano me ha gustado mucho. Creo que en esta novela el lector puede hallar lo mejor de Soledad Puértolas. Es una obra en la que uno se reconoce a veces, que hace pensar, que puede llevar a detenernos un rato para hacer un paréntesis en la lectura y mirar hacia adentro por un instante. Su bella prosa es también para saborearla lentamente.

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